Cada uno llegamos a esta profesión por
motivos varios, unos por vocación, y otros por tradición (tuvimos abuelos
maestros) y el paso de los años ha hecho que amemos este trabajo, ya desde el
conocimiento y no desde la ilusión.
Uno
se prepara para aterrizar en un centro, llega con una formación básica y
suficiente, pero la verdadera enseñanza te la da la predisposición a aprender,
el sinfín de compañeros y compañeras con los que has colaborado codo con codo,
día a día, y también los alumnos y alumnas. Ha sido un proceso de continuo
aprendizaje, que nos ha ido
perfeccionando y que por suerte no se acaba nunca.
Hemos
tenido una gran suerte trabajar con niños y niñas, ayudarles en su proceso
madurativo en todos los niveles. Una materia prima muy delicada a la que
nosotros hemos podido acceder, para moldearla. Esto ha sido un gran privilegio.
Tenemos una larga historia en la que ha habido, por supuesto sin
sabores. Estos momentos nuestra memoria (muy sabia) los relega a un rinconcito,
pero hemos de valorarlos en su justa medida: ellos nos permiten seguir
aprendiendo. Un paso atrás y dos hacia delante.
No
hay mayor satisfacción cuando ves en un alumno tuyo esa cara de sorpresa, esos
ojos abiertos y esa expresión que dice
“ahora caigo”. Vivir eso no tiene precio. Y es más son momentos que te inyectan
más energía para continuar tu labor.
Y
para esta nuestra última trayectoria desarrollada en la escuela de Cervantes en
la que hemos estado más de diez años hemos de decir que no tenemos más que
palabras de agradecimiento, porque nos hemos encontrado muy a gusto trabajando,
porque hemos tenido la libertad necesaria para llevar a cabo muchos proyectos,
porque hemos tenido apoyos y colaboración de todos los compañeros y compañeras
que han sabido llevarnos y de los
que hemos aprendido mas de lo que esperábamos.
Como
tutores de 5.D y 5ºA/6ºA, y ya en este curso hemos de darle las gracias a todas
las personas con las que hemos trabajado estrechamente, compañeros de nivel,
específicos de nuestras tutorías y nuestras
petes y sobre todo al equipo
directivo por comprendernos y tener paciencia con nosotros.
Está claro que os echaremos (esperamos que no mucho) de menos el
colegio, los alumnos/as, los compañeros y la vidilla interior del centro.
Cerramos
este capítulo del libro de la vida y abriremos el siguiente. No sabemos si está
escrito o lo tendremos que escribir.
Ha sido todo un placer
Carmen Vildosola
y Jaime Redondo
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